LA MUERTE MÁS SENTIDA DE ESPAÑA
Que representaría aquella figura barbilampiña de precoz intelecto, para que en poco más de 25 años, su muerte registrara el mayor acto de duelo colectivo, que los anales de la historia de España ha suscrito con profunda y dolorosa afinidad. El sopor agónico que diseminó la inesperada muerte de Joselito el Gallo en Talavera, vistió de negro luto la primavera de 1920, y no quedó un solo rincón humano, donde la trágica noticia no fuese motivo de conversación. Talavera por ser la escena directa de la desgracia, quedó sumida en una congoja asfixiante, inundando el ambiente talaverano la tristeza y la angustia que vertieron sus desconsolados vecinos. Fueron centenares los telegramas que anegaron la estafeta del pueblo e incontables los vetustos automóviles que invadieron sus calles, cargados con ilustres periodista, reconocidos fotógrafos y amigos del torero.
El Madrid que el día del Patrón lo despidió con repulsivo lenguaje, se redimió avergonzado ante el paso del féretro del que sabían, había sido un torero irrepetible. La ciudad quedó colapsada por el numeroso gentío que inundó calles y plazas, siendo necesario varios carruajes para cargar con las innumerables coronas que acompañaron el cortejo fúnebre, donde ocho caballos enjaezados de riguroso luto, tiraron de la barroca carroza que transportó el sarcófago de plata y caoba de Joselito. Los teatros al completo bajaron el telón, uniéndose al dolor que la noticia había causado.
En Sevilla el sufrimiento de sus pobladores, enlutó balcones y ventanas, dejando el entorno envuelto en un pálido y marchito desánimo. Como caso insólito, la Virgen de la Macarena, a la que tantas veces se encomendó el pequeño de los gallos, fue ataviada con un manto negro y con posterioridad sus mejillas fueron lagrimeadas con gotas de verdad.
Fueron tantas las condolencias recibidas, tantos los pesares que se mostraron, que no hubo distinción de clases sociales, a la hora de llorar el dolor por la muerte de José Gómez Ortega, artista y catedrático del toreo.
Que solemne sensación de respeto dejó la muerte de Joselito, que aún después de haber pasado 95 años de su fallecimiento, cada 16 de mayo, en cualquier ruedo que se luzcan alamares, se guarda un riguroso minuto de silencio. Esto es una proeza sin parangón en la historia española y más si se tiene en cuenta, que detrás de Joselito no hay una entidad o un organismo, que se lucre perpetuando su memoria con una suculenta recaudación, como sucede con las veneradas estrellas del Rock, entre otras perlas bien rentabilizadas.
José Luis Cantos Torres
Me ha llegado a fascinar esta persona. Que ya no queda nadie vivo que lo hubiera visto torear y se siguen escribiendo libros, artículos, haciendo documentales, etc…que fuerza tan grande desprende con tan solo mencionar su nombre.
A ti José Luis felicidades por un artículo que nuevamente ha hecho que se me erice la piel. Gracias!!!!!
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Gracias Princesa, se agradece tu sabio comentario!!!!
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Magnífico homenaje de recuerdo al gran torero de cuya muerte se cumplirán 95 años.
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Muchas gracias don José María, saludos.
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